DÍA 3:

 

Domingo, 7:15 de la mañana, hoy el día empezaba pronto. Y es que aunque mi vuelo hacia Paris salía a las 12:00 aprox nos habían convocado a todos los jóvenes que nos íbamos a las 9 de la mañana. Yo pensaba que estos de la agencia estaban locos, sin embargo cuando hemos llegado a la puerta ya había gente embarcando.

Una vez llegado al aeropuerto de barajas y tras encontrar a toda la expedición de jóvenes que salíamos hacia parís era momento de facturar. Tras facturar nos hemos reunido los 30 niños y hemos partido camino al control de seguridad. Como era lógico, si algo puede salir mal, saldrá mal. Y efectivamente esta vez en el arco de seguridad me ha tocado a mi. Ese temido pitido. Un hombre sin mediar palabra me coloca en un sitio concreto y me pasa una especie de tiritas blancas enteras por la ropa. Yo no entendía nada. Cuando ya me las ha restregado suficiente las mete en una maquina. En la pantalla sale una señal como de peligro y se pone la pantalla entera en rojo. Corriendo llama a un compañero de seguridad. Muy amable por cierto, me pregunta a ver si había algún mayor que se hiciese cargo de mi. Le señalo a mi tutor y le hace venir. Me dice que he dado positivo en el control. Mi cara se pone blanca por momentos y mi pulso empieza a temblar. Me dice que va a repetir la prueba. Me pasa otras tiras y me dice que no hay problema. Que me puedo ir. Vaya susto compañero. Me uno al resto de mis compañeros y caminamos con dirección a la puerta de embarque. Es en este recorrido donde entablo las primeras conversaciones con mis colegas. Me monto en el avión y aquí estoy ahora, escribiendo unas breves líneas para que podáis seguir mi historia.

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