DÍA 20:

Un miércoles más en Paris, y eso, como cada semana significa que es día de excursión. Hoy tocaba la Opera de Paris y Monmartre. Como cada miércoles el día empezaba más temprano de lo habitual, y estos últimos días más calor que de costumbre. Para desayunar:  tres zumos de naranja, un vaso de agua, dos boles de cereales y 4 tostadas con mantequilla. Parece mucho pero un celiaco en parís no sabe cuando va a ser la próxima vez que coma bien, por eso tiene que aprovechar cada oportunidad. Nos montábamos en el autobús y llegábamos a la ópera. Allí nos esperaba una guía increíble. Una de esas guías con las que da gusto hacer una visita. Y no solo una visita, también una vuelta, o lo que haga falta. Y además, ha sido de esas guías que explica bien las cosas, de esas que hace que sea interesante. Un diez sin duda vamos.

Después nos montábamos en el autobús camino a Monmartre. Primera parada; Sacre-Coeur. Y como siempre me han enseñado, cada vez que entras a una iglesia nueva pido tres deseos. Puede que se cumplan, tal vez no. Pero una cosa esta clara, si no los pides no se cumplirán nunca. Después un par de rezos por aquellos que más lo necesitan era momento de salir. Me encanta esa sensación cuando sales después de rezar. Te sientes una persona nueva.

Una vez terminada esta experiencia era momento de conocer este barrio, y no conozco forma mejor que mochila en mano caminar, caminar y seguir caminando. Eso si, cansa y mucho. Un par de fotos en el Moulin rouge y vuelta al colegio. Ducha y siesta. Pocas cosas mejores para reponer fuerzas después de sudar al sol de Paris. Y de cualquier otro sitio. Como ultima actividad, piscina. Como siempre una buena oportunidad de descansar el cuerpo. Y también de relajar la mente.

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