Eres el mejor entrenador que he tenido nunca me dijo aquel niño justo antes de fundirnos un abrazo de esos que no se olvidan.
Atónito le pregunté que por qué, que no me consideraba para nada el mejor entrenador del campamento. Éste me respondió, me encantas dentro de la pista pero sobretodo me encantas fuera. Siempre que he tenido un problema he podido acudir donde ti. Siempre que necesitaba hablar has estado ahí o si simplemente echaba de menos a mi familia has venido a mi habitación hemos jugado a la consola nos hemos reído y me he sentido mucho mejor.
El primer día que llegué me prometí a mi mismo que no me haría amigo de ninguno de los chicos, que tendría una relación cordial con ellos pero que hasta ahí. Ahora que han pasado dos semanas me doy cuenta de que esto es imposible. Pasar 18 de las 24 horas del día durante 6 de los 7 días de la semana con alguien y no cogerle cierto cariño es imposible. Y más cuando como en este caso son tan buena gente.
Me llena mucho enseñarles tenis, pero me llena mas el hecho de que por ejemplo una niña tuviera la confianza para decirme que había un chico que no dejaba de meterse con ella. El abrazo de los niños antes de irse o en la ceremonia de la entrega de diplomas. La vida son experiencias y esta experiencia me está llenando muchísimo.
Estoy sintiendo cosas que no había sentido nunca y que me encantaría volver a sentir. Cada uno de los niños te transmite algo. Has de reinventarte para conectar con todos ellos y es que al fin y al cabo tengo alumnos de Kuwait y de Austria, de Francia y de China entre otros.
Incluso en los peores momentos, en aquellos en los que estas de bajón porque echas en falta a tu familia o porque no has pasado un buen día siempre encuentras algún detalle que te hace sonreír.
Experiencias como esta son las que llenan mi vida. Y son éste tipo de aventuras las que no quiero dejar de vivir nunca.
Así que gracias Alvaro, Carlota, Alba, Mohamed, Volcy, Rockwell, Adnan y cada una de las personas que habéis hecho de estas semanas, dos semanas muy especiales.