Dicen que el verano es tiempo de desenfreno y de desfase, de desconectar y de cambiar de aires. Dos meses en los que parece valer todo y en los que está permitido hacer cualquier cosa que durante el invierno no harías.
Usamos la excusa de “es verano” para las pequeñas locuras como la chica con la que te fuiste en una fiesta o la noche en la que el alcohol pasó a ser tu mayor enemigo. Cambias tu “hogar” durante esos meses y con él, tus costumbres y sobretodo tu actitud.
Te levantas al mediodía pues te acostaste al amanecer. Llenas tu vida de recuerdos y de momentos. O eso quieres creer, pero en verdad, no haces más que aquello que durante el invierno ni siquiera te plantearías porque sabes que nadie te juzgará.
Llega la primera semana de septiembre y con ella el colegio, la universidad o el trabajo. En cierta medida vuelve el invierno. Vuelves a la formalidad que te caracteriza y a la rutina que te guía. Las redes sociales se llenan de posts despidiendo el verano, muchos de ellos, como en la mayoría de las despedidas acompañados de mensajes tristes.
Pero algún día, septiembre no será una despedida, sino que continuaremos haciendo todo aquello que hicimos en agosto o al menos, mantendremos la actitud del que muchos denominan el mejor mes del año.
El “es verano” nunca más será una excusa pues seremos lo suficientemente libres como para hacer aquello que queramos sin necesitar la ayuda de frases como esa.
Mientras tanto, hasta siempre verano del 2018. Has sido increíble.