RAPARSE LA CABEZA.

Vas al peluquero y le dices, que quieres raparte la cabeza, que quieres volver a empezar, cambiar tus rutinas y disfrutar del hábito, quieres aprender a vivir de verdad y a disfrutar de cada segundo que tienes los pies en la tierra, porque cada vez tienes más claro que todo puede desvanecerse en un solo segundo.

Te rapas la cabeza y vuelves a empezar, vacías la cabeza de ideas antiguas y arrepentimiento, dejas que se llene de pelo y con él de propósitos que esta vez sí cumplirás. Mientras ves como se cae, ves terminar una mala racha y mientras ves tu nueva apariencia empiezas a organizar el cambio.

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Empezar a comer sano y llevar una vida más ordenada, establecerte una nueva rutina, disfrutar de ella y cada vez que quieras rendirte acariciar tu cabeza y recordar por qué empezaste. No dejar de luchar, y esta vez no hablo de enfermedades.

Recuperar el tiempo perdido y dejar paso a nuevas locuras, la vida pasa rápido amigo y has tenido la suerte de que te han dado una segunda oportunidad que no puedes desaprovechar por lo que decides empezar a vivir, abandonar lo material por muy tópico que suene y disfrutar de las experiencias, centrarte en el estudio y ser la mejor versión de ti mismo.

Luchar, pero sobre todo disfrutar de cada día como si fuera el último. No tienes necesidad de grandes planes, simplemente de disfrutar de los pequeños detalles, una buena comida, una siesta o salir a dar un paseo y notar el viento en la cara.

Raparte la cabeza es empezar, pero empezar, esta vez para continuar, porque como dijo Hunter S. Thompson: «La vida no debería ser un viaje hacia la tumba con la intención de llegar a salvo con un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien llegar derrapando de lado, entre una nube de humo, completamente desgastado y destrozado, y proclamar en voz alta: ¡Uf! ¡Menudo viajecito!»

Y estamos vivos, así que vivamos de verdad.

 

¡SIEMPRE HACIA DELANTE!

Sois muchos los que por las redes sociales me habéis preguntado a ver de dónde saco la actitud positiva, las ganas de luchar, de hacer cosas nuevas y de vivir de verdad, así que, como lo prometido es deuda, aquí va.

La vida son experiencias, y la clave está en sacar de cada una de ellas una pequeña lección para después, sumar todas esas pequeñas lecciones y darte cuenta de todo lo que has aprendido. En mi caso, no he tenido una vida dura ni mucho menos, pero he vivido experiencias únicas que me han hecho darme cuenta de lo afortunado que soy.

Sin embargo, si tuviera que decir las personas clave que han forjado mi carácter, diría sin lugar a duda mi abuelo, mis padres, mi padrino, Francesc, una enfermera y otra enferma con la que compartía pabellón en el hospital de Basurto.

De mi abuelo aprendí a superarme, a luchar por lo que creía, pero sobre todo a ser una persona noble y fiel a mis principios e ideales. Quisiera haber aprendido a ser más constante, pero en ello sigo.

Mis padres son mi gran ejemplo a seguir, trabajadores, alegres, serios cuando han de serlo, buenos padres… increíbles padres de hecho. Nos han dado a cada uno de sus hijos lo mejor de sí, y tal vez no lo diga demasiado, pero no sabéis lo agradecido y orgulloso que estoy de ellos. Con mi padre he tenido conversaciones que me han cambiado el chip. Os confesaré una.

IMG_1837Estando en Venecia el año pasado, establecimos como tradición cada noche tomar algo en el bar del hotel. Y una de esas noches hablaba con mi padre de su célebre trayectoria tanto laboral como deportiva y personal. Y en un momento me dijo lo siguiente; Hijo, obviamente en la vida vas a poder jugar sucio y ganar más dinero, comprarte una casa más grande o tener un coche mejor, sin embargo, habrá una cosa que es la que debe guiar tu comportamiento, poder meterte a la cama cada noche con la conciencia tranquila. Y a día de hoy, esa es una de las cosas que guían mi camino.

Mi madre lo ha dado todo por mí, y aunque nos enfadamos con cierta frecuencia sabe que es la persona a la que más quiero en este mundo. Amiga de sus amigos, sacrificada y constante… sin duda, un ejemplo a seguir.

Mi padrino es un hombre especial. Una persona que sabes que en los momentos más duros va a ser la primera en estar a tu lado y que en los buenos momentos también estará para celebrarlos. Con él descubrí «el español» de Alaska, la importancia de cuidar a los que quieres y que por muy lejos que estéis de una persona, es posible que vuestra relación no cambie o que incluso se fortalezca.

Ahora os hablaré de las 3 personas que más me han marcado a la hora de hacer frente a una enfermedad. El primero, Francesc. Me enteré de su causa por casualidad hará cosa de un año y pico en Facebook, estaba luchando contra el cáncer e iba comentando sus avances en un blog. De ahí aprendí a tener ganas de vivir, y, sobre todo, a vivir con una sonrisa.

Cuando a me ingresaron a mí, conocí a una enfermera especial. Todas eran amabilísimas, pero con ella tenía una relación diferente. Y, de hecho, un día que yo estaba de bajón me contó una historia que me hizo flipar. Años atrás, a ella se le paralizó el cuerpo de cuello para abajo, y tras 7 años de lucha consiguió recuperar la movilidad y a día de hoy sirve a los demás en un hospital… si alguien había sido capaz de eso, ¿Cómo no iba a poder yo?

Antes de explicaros la última enseñanza que forjó mi carácter dejadme poneros en situación. Mientras duró mi ingreso, mis padres hacían turnos, mi madre durante el día y mi padre las noches. Cuando llegaba mi padre me obligaba a andar por el pasillo, y recuerdo un día que pasamos a una salita que había para los enfermos con televisión, unas sillas… Según me senté rompí a llorar. Estaba en la mesa una señora mayor haciendo sudokus que quiso ayudarme. Me contó que ella había sufrido varios ictus, le salían tumores con cierta frecuencia y que tenía lupus.

En ese momento, me di cuenta de lo afortunado que era, de que había gente que lo estaba pasando mucho peor que yo, y que no podía permitirme llorar, sino que tenía que levantarme y seguir adelante.

IMG_4912.jpgQuiero hablar de una persona más. Mi primo Alberto, todos los que habéis leído el blog le conocéis. Es un gran ejemplo a seguir. Desde pequeño me ha enseñado cosas, me motivaba a escribir, me apoyaba en los malos momentos… Hace un par de años, la vida le puso a prueba, y día a día sigue demostrándole que nada va a poder con él y que en no mucho tiempo va a estar 100% recuperado.

Así que amigos, recordad que sonriendo, la vida es más vida y dadle caña a todos vuestros objetivos, metas o sueños que solo se vive una vez, pero si de verdad vives, es más que suficiente.

COMPAÑEROS. 

Y ahora que se termina el verano es momento de decir adiós a muchos amigos y compañeros. Como ya sabéis, es momento de empezar una nueva etapa y muchos han decidido empezarla en una nueva ciudad. 

Es momento de decir hasta pronto a los Gorkas, las Lauras y las Christinas. Es momento de dar un último abrazo a toda esa gente que durante tantos años o durante unos pocos meses ha estado contigo y ha hecho de tu vida algo mejor. 

Muchos os habréis fijado que no pone «es momento de decir adiós» y es que la distancia es solo un número, y tenemos la suerte de contar con herramientas suficientes como para poder hablar cada día con las personas sin importar si están en Barcelona, Holanda o Thailandia. 

Aquellos que fueron importantes, seguirán siéndolo, y aunque nunca fui bueno en esto de las despedidas, creo que os merecíais una especial. Porque sabéis que sin vosotros estos últimos meses/años hubiesen sido muy distintos. 

Porque juntos hemos compartido nachos y hemos ido a San Mamés, nos hemos abrazado y emborrachado (perdón mamá) hemos salido de fiesta y hemos charlado entre lágrimas. Pero siempre en plural, siempre hemos estado ahí cuando el otro lo ha necesitado y bien sabemos que esto va a seguir así. 

Porque recordad compañeros, la distancia solo es un número, y esto solo es una excusa para que pueda viajar a Holanda y Barcelona, para volver a Londres, y con vosotros, al fin del mundo si hace falta. 

Dedicado a Gorka, a Laura y a Christina, porque sabéis que sin vosotros nada hubiese sido igual. 

VIVIMOS…

Vivimos en un mundo en el que estudiamos para aprobar y no para aprender. Escuchamos para responder, y no para entender, hacemos deporte para gustar a los demás, y no para sentirnos bien. Usamos las redes sociales para aparentar vidas que no llevamos, compramos cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos solo para impresionar.

Cortamos las alas a aquellos jóvenes que quieren volar. Les hacemos ser todos iguales. Evaluamos a todos por igual. No enseñamos las virtudes que cada uno tiene, pero sí que lo hacemos con sus defectos. Einstein dijo una vez Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil” No motivamos a aquellos que están dispuestos a arriesgarse. Tal vez confiemos en ellos, pero jamas se lo demostramos. Nos quejamos de cosas que mucha gente mataría por tener.

Un día leí en una revista, “¿Y a ti, cuanta vida te está costando tu sueldo?” Vivimos de apariencias, estudiamos carreras que odiamos simplemente porque aquello que nos apasiona no está bien visto. Si no haces las mismas cosas que el resto de gente de tu grupo te acabaran mirando mal.

Si tienes sueños, en lugar de alentarte y ayudarte, te dirán que jamas los lograrás. Que no lo intentes. Hay una frase que oigo casi a diario que dice así “tu deber es estudiar”. No, mi deber no es estudiar, mi deber es aprender. Mi deber es crecer, mi deber es equivocarme y fallar. Arriesgarme por aquellas cosas en las que creo y luchar por ellas. Y no me dejáis porque mi deber es estudiar.

Vivimos en un mundo en el que presumimos de tener mentes abiertas, pero si un niño en primaria llora le llamarán mariquita y la única respuesta de los adultos será que “son cosas de niños” Fingimos estar preocupados por causas por las que no movemos ni un dedo. Ponemos fotos de perfil en muestra de apoyo a cosas a las que no les dedicamos ni un solo minuto

Decimos que si algo te gusta de verdad debes ir a por ello. Que si tienes un sueño has de perseguirlo, y la teoría es así. Pero amigo, más vale que si tienes un sueño por el que estás dispuesto a luchar no seas joven. Porque precisamente por ello, y cuando debería ser todo lo contrario te vas a llevar más palos que una piñata.

12 AÑOS.

Menos de 5 meses quedan para terminar una de las etapas más raras, difíciles, y maravillosas que he vivido. 12 años en los que he reído, he llorado, me he acordado de los familiares de más de uno. He sufrido en silencio y he gritado cuando debía haber callado.
He crecido, no solo de estatura, también como persona. Esto, en parte se lo debo a aquellos que durante varios años quisieron acabar conmigo. Trataron de insultarme y humillarme. De hecho, muchos lo consiguieron. Yo lloré mucho sí. Pero también aprendí.

Aprendí mucho más de lo que lloré y mira que lloré en abundancia. Aprendí a lidiar con gente tóxica. Aprendí a moverme entre gente que no me quería. Aprendí a querer a los que sí que me querían.

He vivido momentos únicos. He tenido acceso a cosas a las que muy pocos alumnos tienen acceso. He conversado con gente influyente, he organizado festivales de navidad y fiestas de fin de curso. He editado videos y he visitado lugares que nunca hubiese siquiera imaginado.

12 años dan para mucho, 12 años difíciles, aún para más.