Sois muchos los que por las redes sociales me habéis preguntado a ver de dónde saco la actitud positiva, las ganas de luchar, de hacer cosas nuevas y de vivir de verdad, así que, como lo prometido es deuda, aquí va.
La vida son experiencias, y la clave está en sacar de cada una de ellas una pequeña lección para después, sumar todas esas pequeñas lecciones y darte cuenta de todo lo que has aprendido. En mi caso, no he tenido una vida dura ni mucho menos, pero he vivido experiencias únicas que me han hecho darme cuenta de lo afortunado que soy.
Sin embargo, si tuviera que decir las personas clave que han forjado mi carácter, diría sin lugar a duda mi abuelo, mis padres, mi padrino, Francesc, una enfermera y otra enferma con la que compartía pabellón en el hospital de Basurto.
De mi abuelo aprendí a superarme, a luchar por lo que creía, pero sobre todo a ser una persona noble y fiel a mis principios e ideales. Quisiera haber aprendido a ser más constante, pero en ello sigo.
Mis padres son mi gran ejemplo a seguir, trabajadores, alegres, serios cuando han de serlo, buenos padres… increíbles padres de hecho. Nos han dado a cada uno de sus hijos lo mejor de sí, y tal vez no lo diga demasiado, pero no sabéis lo agradecido y orgulloso que estoy de ellos. Con mi padre he tenido conversaciones que me han cambiado el chip. Os confesaré una.
Estando en Venecia el año pasado, establecimos como tradición cada noche tomar algo en el bar del hotel. Y una de esas noches hablaba con mi padre de su célebre trayectoria tanto laboral como deportiva y personal. Y en un momento me dijo lo siguiente; Hijo, obviamente en la vida vas a poder jugar sucio y ganar más dinero, comprarte una casa más grande o tener un coche mejor, sin embargo, habrá una cosa que es la que debe guiar tu comportamiento, poder meterte a la cama cada noche con la conciencia tranquila. Y a día de hoy, esa es una de las cosas que guían mi camino.
Mi madre lo ha dado todo por mí, y aunque nos enfadamos con cierta frecuencia sabe que es la persona a la que más quiero en este mundo. Amiga de sus amigos, sacrificada y constante… sin duda, un ejemplo a seguir.
Mi padrino es un hombre especial. Una persona que sabes que en los momentos más duros va a ser la primera en estar a tu lado y que en los buenos momentos también estará para celebrarlos. Con él descubrí «el español» de Alaska, la importancia de cuidar a los que quieres y que por muy lejos que estéis de una persona, es posible que vuestra relación no cambie o que incluso se fortalezca.
Ahora os hablaré de las 3 personas que más me han marcado a la hora de hacer frente a una enfermedad. El primero, Francesc. Me enteré de su causa por casualidad hará cosa de un año y pico en Facebook, estaba luchando contra el cáncer e iba comentando sus avances en un blog. De ahí aprendí a tener ganas de vivir, y, sobre todo, a vivir con una sonrisa.
Cuando a me ingresaron a mí, conocí a una enfermera especial. Todas eran amabilísimas, pero con ella tenía una relación diferente. Y, de hecho, un día que yo estaba de bajón me contó una historia que me hizo flipar. Años atrás, a ella se le paralizó el cuerpo de cuello para abajo, y tras 7 años de lucha consiguió recuperar la movilidad y a día de hoy sirve a los demás en un hospital… si alguien había sido capaz de eso, ¿Cómo no iba a poder yo?
Antes de explicaros la última enseñanza que forjó mi carácter dejadme poneros en situación. Mientras duró mi ingreso, mis padres hacían turnos, mi madre durante el día y mi padre las noches. Cuando llegaba mi padre me obligaba a andar por el pasillo, y recuerdo un día que pasamos a una salita que había para los enfermos con televisión, unas sillas… Según me senté rompí a llorar. Estaba en la mesa una señora mayor haciendo sudokus que quiso ayudarme. Me contó que ella había sufrido varios ictus, le salían tumores con cierta frecuencia y que tenía lupus.
En ese momento, me di cuenta de lo afortunado que era, de que había gente que lo estaba pasando mucho peor que yo, y que no podía permitirme llorar, sino que tenía que levantarme y seguir adelante.
Quiero hablar de una persona más. Mi primo Alberto, todos los que habéis leído el blog le conocéis. Es un gran ejemplo a seguir. Desde pequeño me ha enseñado cosas, me motivaba a escribir, me apoyaba en los malos momentos… Hace un par de años, la vida le puso a prueba, y día a día sigue demostrándole que nada va a poder con él y que en no mucho tiempo va a estar 100% recuperado.
Así que amigos, recordad que sonriendo, la vida es más vida y dadle caña a todos vuestros objetivos, metas o sueños que solo se vive una vez, pero si de verdad vives, es más que suficiente.