EL HOMBRE MÁS ESPECIAL QUE JAMÁS CONOCÍ. 

25 de diciembre, día de comidas, de reencuentros. Día de juntarse y de cantar, día también de reír, de contar viejas anécdotas y de disfrutar. Pero hay un sitio vacío en la mesa. El sitio donde él se sentaba. Sin embargo, sigue estando presente. Seguimos haciendo el mismo brindis con champán que hacíamos con él. Seguimos trayendo del caviar que tanto le gustaba, seguimos haciendo mención a los kurdos que tantas anécdotas nos dieron a lo largo de muchos años. 

Para que os hagáis idea de lo increíble que era, yo tenía 6 años, no sabía ni sumar y él con el papel que envolvía un caramelo y con una bola de cristal fue capaz de explicarme la gravedad. Me enseñó a andar en bicicleta y a nadar. Me enseñó a hacer coches de arena en la playa y nunca olvidare como cada vez que tenía una duda de matemáticas le llamaba, y media hora después como un reloj, él me llamaba y me explicaba el problema.

A lo largo de estos 17 años me he ido encontrando con gente que le conocía. Gente que solo tenía palabras de agradecimiento y buenas sobre él. Fue capaz de hacer una tesis sin internet, simplemente con una enciclopedia. Aprendió alemán con la única ayuda de un diccionario. Escribía cada día su diario, en él dibujaba si la abuela nos ponía una vela que nos ayudase en los exámenes o si se encontraba un nuevo zulo de ETA. Una vez, viajó durante un mes a estados unidos. Y ayer, leímos una carta que yo nunca olvidare. 

Carta dirigida a mi tía María por ser la mayor. Él, que había vivido en una época en la que el hombre era muy superior a la mujer ya escribía a su hija y es que ser mujer no quiere decir ser inferior. Carta escrita en el año 1971, en ella nos contaba con asombro lo que era volar en un jumbo, estaba impresionado por poder sobrevolar la ciudad de Nueva York subido a un helicóptero o porque mientras en España la televisión solo tenía dos canales en blanco y negro allí ya había decenas y estaban en color. 

Les recordaba a sus hijos que tenían que seguir estudiando, cumpliendo sus obligaciones.

Él, era capaz de examinar a sus alumnos cualquier otro día que no fuese el propio del examen siempre y cuando tuviese justificación. Era capaz de desplazarse a casa de los mismos, de darles explicaciones extra y siempre les dijo que estudiasen inglés. Que era mucho más importante que su asignatura. Y de esto hace 50 años. 

Vivió una época de cambio, y como el genio que era nunca se quedó atrás, usaba manuales que él mismo traducía, y a sus 86 años pidió por su cumpleaños un ordenador portátil. Ordenador que tuve la suerte de poder enseñarle a utilizar. Devolverle en cierto modo todo lo que él había hecho por mi. Se que algún día haré un doctorado, no se cuando ni en que. Pero se que lo haré. Me lo prometí a mi mismo. Será mi pequeño homenaje al hombre más increíble que yo he conocido. 

Hombre de costumbres y rutinas nadaba todos los días mientras nosotros paseábamos por la playa, escribía puntualmente su diario y nos enseñaba por medio del ejemplo. Como el sabio que era no nos daba simplemente el resultado a nuestros problemas, nos ayudaba a entenderlos y conseguía que nosotros los resolviésemos. 

Apasionado, constante, trabajador, fiel, divertido, entusiasta, cariñoso, serio, humilde, honrado… como no vas a admirar a alguien a quien puedes clasificar con todos estos adjetivos. Alguien que te marcó y te formó como persona. Alguien que siempre creyó en ti. Alguien a quien a día de hoy pides ayuda en cada uno de tus partidos de tenis y en cada uno de tus exámenes. Alguien que dejó una marca en tu corazón que nadie ocupará nunca. Alguien, que aunque no este de cuerpo presente. Siempre te acompaña. Te quiero mucho abuelo.

MOMENTOS QUE TE MARCAN (Parte 3)

Quedan 9 minutos avisó alguien. Niños que gritaban, profesores que corrían, alumnos que ensayaban… los nervios eran mas que evidentes. ¡YA! ¡Salid! Y ahí que subían los 5 presentadores. Esto empezaba. ¿Sonaría bien? ¿Se les estaría oyendo algo? Esperemos que sí. Bajaba Asís y me daba su micrófono. Su presentación había terminado, ahora nos tocaba a nosotros estar entrando y saliendo, subiendo y bajando del escenario.

Después de una primera actuación de los diábolos de 5º de primaria salieron dos compañeros para dar paso al siguiente número de mimo. Por primera vez en muchos años habría una actuación de mimo en el colegio, gracias a los ruidos de 4º de la ESO. Según su actuación iba avanzando mis nervios aumentaban, quién me iba a decir a mi que iba a acabar subiéndome a un escenario disfrazado de militar para presentar la fiesta de mi colegio. Pareció salir bien, se entendía y eso nos alegraba.

Después del primer momento de nervios, de haber debutado sobre el escenario todo salió rodado. Algún que otro mal chiste para ambientar la escena y un vocabulario muy típico de la fiesta del colegio. Aún con los nervios, la incertidumbre de ser la primera vez que se hacía en el poli, el eco que esto conllevaba… salió bastante bien.

He de decir que me enorgullece poder decir que yo he sido parte de eso, de la fiesta de navidad del 65 aniversario de mi colegio, de haber ayudado a organizarla, de haber bailado y de haber presentado. He vivido el buen rollo de un curso completamente unido, divirtiéndose juntos, y es que al final, 12 años compartidos son muchos momentos. Nosotros nos hemos visto unos a otros en las buenas y en las malas. Felices y tristes, motivados y deprimidos…

Y LA VIDA TE DIO UNA NUEVA LECCIÓN.

Cuando vas de puto amo, de sobrado por la vida, creyéndote el mejor y que no hay nada que pueda pararte llega un día y un momento en el que recibes la mayor lección de humildad, de valores, de ganas de vivir y de actitud del mundo. No lo organizaste, tampoco es algo que premeditases, simplemente sucedió. Tres personas que no conocías de nada estaban a punto de cambiar por completo la forma en la que ves las cosas. Y tú ni siquiera lo sabias.

Como siempre, estabas metido en todos los jaleos. Esta semana, un congreso. Ya fuiste el año pasado y no estuvo mal, pero tus expectativas eran demasiado altas. Este año repetías. Le diste una segunda oportunidad, te pasaste por el arco del triunfo eso que dicen de que segundas partes nunca fueron buenas. Y menos mal que lo hiciste. Jueves, 8 de la mañana. Y llegabas tarde, corrías por Bilbao, buscabas recortarle tiempo al cronometro como si de una carrera se tratase.

Lo conseguiste, llegaste puntual, te dieron las ultimas instrucciones y a tu compañero durante una hora. Un móvil. Muchos pensareis, ¿qué me está contando este niño de correr por Bilbao, de un móvil y de creerse el puto amo? Bueno, dejadme explicarme. Eras voluntario del congreso,  te tocaba vigilar la puerta de entrada y el móvil era para escanear las entradas de la gente. Para comprobar que todos estaban apuntados. ¿Mejor ahora?

Acabaste tu misión y devolviste el famoso teléfono. Decidiste entrar a

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Aquí tenéis a Lary, como siempre con una sonrisa.

oír las charlas. La verdad que no te hacia demasiada ilusión y sin saber porque entraste. Y una vez más, menos mal que entraste. Después de una actuación en directo el Euskalduna enmudeció. Subía por las escaleras una sirena, como ella misma se denominaba. Su sonrisa iluminaba el escenario, bueno, eso y algunas luces. Empezó a hablar, y a mi me conquistó. Hizo que yo, que soy un culo inquieto no quisiese ni pestañear para no perderme un solo detalle de todo lo que decía. Joder Guillermo, ¿vale ya de decir cosas que no tienen sentido no? Espera, que te explico. Hablaba Lary León, una chica sin brazos ni piernas que me estaba dando toda una lección de ganas de vivir.

Terminó su charla, tus pelos seguían de punta y tu sonrisa era de oreja a oreja. Momento de oír a dos hermanos cuya historia me impresionó también muchísimo. Para poneros en situación; uno de ellos era ciego y autista y al acabar la charla nos dio toda una clase de piano.

Y por ultimo, cuando parecía que nada podía mejorar llegaba un mejicano al que tampoco conocías a hablarte sobre drogas y alcohol. Pensaste que eso lo tenias muy visto, que vaya gilipollez. Y una vez más te equivocabas. Si Lary había hecho que te pegases al sillón, Pepe –que es como se llamaba  el ponente- tanto o más.

Sonará a topicazo, pero, al menos según nuestro profesor de lengua en el renacimiento un tópico era un tema literario que de tanto usarse se convertía en una formula fija. Y supongo que si tanto se usó es porque tendría algo de especial. Bueno, clases de literatura a parte y volviendo a nuestro tema…

No hay nada que no puedas conseguir. Esto no quiere decir que vaya a ser fácil o que el camino sea corto, pero si trabajas, luchas, eres constante y sobretodo, cuando no puedas más, haces las cosas aun mejor, no habrá nada que no puedas conseguir. Así que mañana empieza una nueva semana, levántate, empieza a ponerte en forma, empieza a estudiar o empieza a comer sano. Empieza eso que llevabas tanto tiempo queriendo hacer y siempre lo dejaste. Hasta mañana. Mañana es ese día. El día de comenzar a luchar por tus sueños y objetivos.

MOMENTOS QUE TE MARCAN. (Parte 2) 

Corría el año 67. En el norte de Londres transcurría sin mayores novedades un nuevo día. La señora Smith estaba a punto de coger el metro un día más.

Espera, espera, espera. Déjate de Londres y de metros. Bueno, de metros mejor no. Jueves, 19:15 de la tarde. Como cada semana iba camino al entrenamiento. Sin embargo, aún sin saberlo estaba a punto de conocer a dos nuevos amigos.

Él, rondaba los 70. Iba vestido en un perfecto traje entallado con zapatos marrón claro , pañuelo en el bolsillo de la chaqueta y boina inglesa en la cabeza. Ella, un poco más joven. De vestimenta más informal. Entre los dos, una maleta que media más o menos hasta mi cintura. Me acerqué a ellos. La señora se me quedó mirando.

Tras pensar que yo iba a robarle y una vez formulada mi pregunta se le iluminó la cara. Y a mí aún más. Mi pregunta no era otra que si necesitaban ayuda para poder bajar la maleta las escaleras del metro. Una maleta que pesaba bastante, he de reconocerlo. Y que aunque al señor le dije que no, tal vez no era del todo cierto. Una vez bajada la maleta, tanto él como ella me miraron agradecidos. La señora, me preguntó mi nombre, el caballero no paraba de sonreír.

Entablamos una breve conversación pues el andén del metro no es que de para mucho. Los tres nos montamos en el tren, cuando llegaron a su parada se me acercaron, y en perfecto inglés me dijeron una frase de esas que se te quedan grabadas. «Alcanzaras la felicidad si sigues siendo tan servicial».

Creo que es una de las frases que mejor me han hecho sentir. Dos desconocidos, una vida entrañable. Una actitud que me gustaría tener cuando tenga su edad. Seguir atreviéndome a viajar y a conocer mundo viviendo aventuras. Un pequeño gesto, un detalle. Un esfuerzo que me proporcionó una de las experiencias más gratificantes que he vivido.

MOMENTOS QUE TE MARCAN

En el artículo de esta tarde voy a hablar sobre un chico que conocí en Lourdes (Francia) la semana pasada y que la verdad que me enseñó muchísimo. A todos aquellos que me seguís en Facebook ya os adelante que algún día escribiría sobre esta historia y bueno, ha llegado el día.
Como ya sabéis algunos, el fin de semana pasado tuve la posibilidad de ir a Francia ayudar a aquellos que más lo necesitan. La verdad es que es una experiencia increíble y que si puedo no dudaré en repetir tantas veces como sea posible. Hice muchas cosas pero la verdad que si tengo que destacar una, fue esa tarde que pasé con Alex. Un niño de nueve años que tan sólo tenía medio corazón.
Nuestro encuentro ocurrió por casualidad, estaba  volviendo con Jorge Ugalde cuando de repente sus abuelos me pidieron a ver si le podía llevar a su nieto. Sin pensármelo dos veces dije que si sin embargo, no sabía que este chico tenía ningún problema ni que me iba enseñar tanto como me acabo enseñando. No iba solo yo con él, también iba una chica de un año más que yo que me pareció una tía increíble. para aquellos que no lo sepáis los camilleros que es como nos llaman a algunos de los de los voluntarios tenemos que en una especie de sillas de ruedas llevar a los enfermos a donde ellos nos dicen, o a la misa, o al lugar en el que haya algún evento. Esa tarde había una especie de misa en una iglesia subterránea a unos 10 minutos de donde se alojaban los enfermos que era también el punto de partida de todas nuestras rutas. Una vez Alex se montó en el carro le empezamos A llevar con el resto de los niños. Alex no aparentaba ninguna discapacidad física hablaba, reía e incluso sabía más que yo de muchas cosas. Una vez llegamos a la iglesia la abuela me dijo que por favor cuando pasase el sacerdote con la forma hiciese que Alex se santiguase. Después de decirme esto se volvió con su marido al banco en el que se habían sentado nada más llegar.
Os estaréis pensando que qué tiene de especial esto que os estoy contando. Muy simple, esa sonrisa que no se le borraba de la cara a nuestro pequeño amigo ni tampoco a su familia a pesar del serio problema que tiene.
Una de las cosas que más recuerdo es que el carro se dirige con una especie de palanca que se puede mover hacia adelante y hacia detrás del modo que la puede conducir el que está sentado O el camillero que le lleva. En teoría sólo pueden dirigir el carro los camilleros pero con Alex hicimos una excepción. Le dejamos la palanca y él era quien dirigía. Le dijimos que si la levantaba el carro se frenaba y que si la bajaba por el contrario aceleraría. No podré olvidar en mucho tiempo la cara de velocidad, de concentración pero sobre todo esa sonrisa de oreja a oreja que no se le borró en toda la tarde.
Es increíble, pero es cierto aquellos que más problemas tienen son los que al fin y al cabo son más felices. Manda narices.