1 año – 284

Hola padrino, como va todo por ahí arriba? Hace un año que te fuiste, y aunque ya lo sabes mucho ha cambiado por aquí abajo. Han empezado a vacunarnos, el Athletic ha perdido las dos finales, seguimos encerrado perimetralmente y tu árbol sigue creciendo fuerte, sano y precioso. 

En lo que a mi respecta ha sido un año lleno de aventuras. He cursado un erasmus online. He podido ir una semana a conocer a gente que tanto me ha impactado, he sido capaz de entenderme, de quererme, y de sentirme el verdadero yo. Y por eso estoy viviendo un momento tan tan feliz. No he conseguido encontrar trabajo por ahora, pero tampoco me preocupa demasiado, la verdad. Ya me ha quitado muchas horas de sueño. 

Papá y mamá están bien, como siempre liados con el trabajo y que si juicio por allí, reunión por allá. Sabes? En una entrevista de trabajo me preguntaron por algo que me hiciera diferente y les conté lo del blog. No he podido olvidar todo lo que creíste en mi, todo lo que me apoyaste y todo lo que me marcaste. Como olvidar todas las aventuras que vivimos también desde la distancia. 

Por lo demás todo va bastante bien. He entrenado bastante este último año y creo que he llegado a mi mejor nivel hasta ahora. Ojalá pudieras verme un día en directo antes de que tomemos un español en Alaska. 

Y casi se me olvida!! Durante este último semestre he estado trabajando con un profesor en la universidad. Creo que te conté cuando surgió la oportunidad, la verdad que ha sido magico. Lo de aprender conocimientos técnicos no ha estado mal. Sin embargo, La Paz y sabiduría de Fernando han hecho de estos 6 meses algo muy especial. 

Voy terminando ya, que tendrás cosas que hacer por ahí arriba. Millones de gracias por cuidarnos, por hacer que encuentre mi camino, o al menos empiece a ello y por conseguir que sea tan feliz aún con todo lo vivido. Te quiero mucho, y nunca jamás te olvidaré. Y da por hecho que mi familia tampoco. 

Nos vemos pronto ♥️. 

Guille. 

¿Cómo es de verdad un Erasmus Online?

Tras Chicago cancelar y al saber que el erasmus no podía abortar, aquel día de noviembre de 2020 a ese dichoso ordenador volví a entrar esperando un destino al que mi erasmus cambiar. Nuevamente, y aun por mucho confiar, a ese destino Guillermo del todo no iba a llegar. Digo del todo porque, aunque no he podido pasar los 5 meses que me correspondían en esta mágica ciudad, sin duda han sido cinco de los mejores meses de mi estancia en la universidad.

El 4 de enero empezaba mi andadura en el famoso tele-erasmus. IESEG Lille, allá iba. A día de hoy, sigo sin saber cuánto sentido tiene vivir un erasmus sin vivirlo realmente, pero como sabéis, nunca he sido una persona que tienda a lamentarse, sino que suelo ir más de perdidos al río y me gusta aprovechar cada cosa que me depara el destino. Así que, por ello, junto a Zoom y Wiseflow, mis nuevos fieles compañeros, iba a curtirme en algo que para mi hasta entonces había pasado desapercibido.

Desde entonces solo bellas casualidades empezaron esta aventura a rodear. He conocido a gente maravillosa. Por citar a unos pocos es difícil no hablar de Mrunal o de Jill, de Shubbankar o de Azra, Alejandro, Somi o Ryanna. Cómo olvidarme de Aratxa y de Marta.

He podido disfrutar de asignaturas que en mi vida me imaginé que se podían enseñar. He profundizado en áreas a las que en mi vida profesional me quiero dedicar y me he dejado sorprender por otras que me han acabado por llenar de placer.

Así que sí, tal vez esto no sea un erasmus al uso. Es más, estoy seguro de que no lo es. Pero también sé que benditas aquellas cosas que no todo el mundo tiene pero que conseguimos disfrutar. Bendita la semana que a Lille me pude escapar y benditas los recuerdos que en mi memoria van a perdurar.

– Versión Corta de un texto de demasiados caracteres con cosas que creo que no aporta demasiado publicar –

STAY, PERO NO POSITIVE

Sé que hace no mucho os dije que probablemente no volviese a escribir en este blog. Así ha sido durante varios meses. Meses en los que aunque no haya publicado, sí que he escrito. Sin embargo, siempre os he sido sincero. Todos los que me leéis y además me conocéis sabéis que para mi, este rincón es como mi terapia. Me ayuda a soltar todo aquello que me preocupa o que no me deja dormir. También es donde plasmo todas las buenas nuevas que voy recibiendo. 

Y por muy irónico que parezca, por incomprensible (hasta para mi) que sea, el flipado del stay positive lleva una temporada sin ningún tipo de motivación ni de orden. No se si es por todo esto que estamos viviendo, por el Covid, por los que no están, por la universidad y por cómo están gestionando la situación, por un Erasmus que tengo obligación de hacer y del que a menos de dos meses no sé nada, o por qué, pero el hecho es que cada vez tengo menos ganas de estudiar, de crear y de hacer cosas. 

Sé que no es la primera vez que me pasa, y sé que antes o después todo volverá a su sitio. Sin embargo, no os mentiré, esta vez se me está haciendo bastante cuesta arriba todo. Confío en ser capaz de encontrar un orden, en organizar mi vida y en dejar atrás todo aquello que no depende de mi. En poder volver a dormir bien, y sobre todo en poder volver a descansar. Confío en que todo vuelva a su sitio, y confío en poder volver a celebrarlo con todos vosotros. 

Así que a todos los que me leéis, si últimamente me notáis más distante, si veis que no respondo a los mensajes o que no estoy tan risueño como siempre espero que me disculpéis, estoy intentando volver a encontrarme y tratando de reorganizar mi vida. 

Pronto todo estará mejor. Ya lo veréis. 

20. QUÉ NÚMERO

20. Qué número. Creía que sería mi año. Realmente, cada año lo creo, pero este lo pensaba un poco más. Como diría Jorge Ponce: “Piensa alto, y verás la hostia que te pegas”. Estos 366 días son la clara prueba de ello.

Todo empezó fenomenal, copiar mal un número del enunciado en el último examen final de 2º de carrera iba a significar decir adiós a un viaje a Londres, a subir mi media, y saludar a la recuperación.

Sin embargo, lo peor del día estaba aún por llegar. Ese día me enteré de la enfermedad de mi madre. Fue entonces cuando en cierto modo todo empezó a desmoronarse, más por miedo que por otra cosa. Y joder mamá, no sé cómo lo haces, pero cuando todo parece hundirse siempre consigues sacarnos a flote a los demás.

Pocos días después empezaría la que sería la aventura de mi vida. Ya lo sabéis todos, UC Berkeley. Sí, yo, este inútil que a penas sabe poner tildes y que es todo un desastre poniendo comas, el que suspende por copiar mal del enunciado o el que lleva sin conseguir meter tres saques seguidos por mucho que entrene como cuatro días a la semana desde hace mil años. Pero sí, ahí me embarqué, sólo, listo para cruzar un océano y para conquistar la quinta mejor universidad del mundo. Enfundado con mi sudadera de Stay Positive y una sonrisa mezcla de miedo, agobio y ganas que me llegaba de una oreja a la otra.

No sabía lo que me iba a encontrar, pero lo que me encontré fue mucho mejor que cualquier cosa que hubiera podido imaginar. Me encontré a mí mismo. Encontré la libertad y encontré a familia. Encontré a Inés, a Magui, a Carla, a Fio, a María, a Lorea, a Grace, a May, a mi crew de chinos y a muchas personas que me hicieron crecer como no había crecido en mi vida.

Volví en el punto más álgido en el que he estado nunca y todo se apagó. Se apagó Inés, y con ella una gran parte de mí. Recuerdo perfectamente que me lo dijeron al salir de entrenar. Me acuerdo de coger el coche, de irme a conducir sólo, y a llorar. A llorar a mares para sacar con mis lágrimas todo lo que no conseguía entender. Todo lo que todavía no consigo entender. Sirva este texto como nuevo homenaje a ti, Inés.

Llevaba tres meses y ya había vivido tres de los momentos de más emociones de mi vida, y joder lo que me quedaba por vivir…

El semestre se presentaba más o menos bien, mi madre iba mejorando y con ella, todos. Llegaron los exámenes finales y aunque nadie lo creía, tal vez ni siquiera yo, libré todas las asignaturas relativamente bien. Decidimos darnos un homenaje y descubrir Florencia. En ese viaje volví a aprender, a crecer, a reír y a disfrutar como hacía mucho que no conseguía. Probablemente desde Berkeley.

Tres días más tarde acabé viendo al Athletic eliminar al Barcelona y clasificarse para la semifinal de la copa del Rey. Si eso parecía imposible, imaginaos lo que tuvo que ocurrir para que os diga que fue lo menos random de la noche. Me encontré con mi primo, y mientras hablábamos se nos acercaron un grupo de estudiantes americanos que decían conocerme. Resulta que Grace, les había hablado de mí. Imaginaos la escena. Pozas lleno de gente, y de repente, en el bar de al lado aparecen, por arte de magia, destino o casualidad unas amigas de alguien a quien conozco pero que vive a un océano de distancia.

No mucho después empezaría el 2020, trayendo consigo una posible tercera guerra mundial, los rumores de la muerte de Kim Jong – Un y una pandemia mundial que nos tendría encerrados en nuestras casas durante más de dos meses, la universidad online y otro adiós.

Adiós por el que lloro cada maldito día. Probablemente, junto con Inés el adiós más duro que jamás he tenido que decir. Supongo, que no haber podido decirlo por ni siquiera saber que iba a ocurrir no ha ayudado, y que estar encerrado en casa sin poder correr, gritar o soltar todo aquello que llevaba, y sigo llevando dentro, tampoco. Esto también va por ti padrino. Te prometo seguir creciendo, y seguir consiguiendo todo aquello que te dije que conseguiría.

Ahora, en mi 21 cumpleaños, habiendo hecho el mejor semestre (académicamente) de mi vida, habiendo sufrido como nunca, habiendo estudiado como no recuerdo, y habiendo aprendido mucho más de lo que ni siquiera podría imaginar escribo estas líneas más o menos listo para todo lo que tenga que venir.

No creo que sea peor, pero si lo es, espero, por lo menos, estar rodeado de la misma gente que hoy me rodea.

Nos vemos pronto, familia.

A TI. EL TEXTO QUE JAMÁS QUISE ESCRIBIR.

A ti que fuiste el primero en leerme, que me viste y sobre todo que me hiciste crecer. A ti, mi padrino, mi amigo, mi compañero y en muchas cosas mi mentor. A ti que siempre has creído en mí y a ti que nunca creía que tendría que escribirte esta carta. Por lo menos, no tan pronto. A ti que, siendo tan bueno, la vida te ha hecho tanto mal estos últimos meses. A ti que ahora por fin te toca descansar.

Qué voy a decirte que no sepas. Qué voy a decirle al mundo de ti que ellos ya no conozcan… Sólo puedo darte las gracias. Las gracias por confiar, por pegarme la bronca cuando era necesario, por siempre tener una palabra de alivio cuando las cosas no iban bien, por esa telepatía que teníamos para saber cuándo era buen momento para llamar.

Por lo bien que me lo pasaba jugando con tu reloj, por la última paella y los paseos, por todos los españoles que nos tomamos en navidad después de comprar los regalos de reyes. Por las vueltas que te hice dar buscando siempre el mejor regalo de la navidad. Por haberme acompañado a lo largo de todos y cada uno de los baches que he pasado. Por tu lucha, tu forma de querer y tu generosidad. Por tu enorme corazón y por tu bondad. Por las bicis de montaña y por las cenas en el Gorliz cuando os cruzabais media España para venir a vernos.

Porque eres la persona más maravillosa con la que uno se podía cruzar, porque sin ti nada va a ser igual y porque por fin puedes descansar. Por fin puedes estar con los tuyos, por fin puedes volver a respirar, a reír y a pedalear. Sea donde sea. Porque no me cabe duda de que a todos nos vas a cuidar.

Porque eres valiente, eres ejemplo y eres paz. Porque te quiero con locura. Por todo esto y por todo lo que nos quedó por contar. Prometo hacerte sentir orgulloso. Hasta siempre.

Descansa, MAF